Al igual que la la Bella Durmiente que se durmió en la esperanza de despertarse con un beso del príncipe azul, los finlandeses  esperan recibir sólo inmigrantes de lujo, inmigrantes comunes no les interesan.
Podría algún partido político o algún político prohibir la entrada al país de inmigrantes en un mundo globalizado, ya que todo el bienestar del país depende se sus vínculos con otros países?
Justamente aquellos políticos que se oponen con fuerza a aumentar los derechos de los inmigrantes y de otras minorías, hablan mucho de los inmigrantes de lujo.
¿Quiénes son entonces estos súperinmigrantes? La siguiente lista puede ayudarnos a entender:

  • Son inmigrantes de países nordeuropeos. Cristianos y heterosexuales y blancos.
  • Tienen buen nivel educacional, mucha experiencia laboral y buen comportamiento.
  • Siempre hacen su trabajo bien y nunca están sin trabajo. Se les paga un salario menor, pero lo mismo trabajan el doble, en comparación con los finlandeses.
  • Son solícitos con la policía, dispuestos a claudicar de su pasado, y no quedan rastros en ellos de la cultura de la cual vienen.
  • Sus hijos sólo hablan finés. Si hablan otro idioma, como por ejemplo el ruso, sólo lo hacen dentro de las cuatro paredes del hogar.
  • Los adultos aprenden el finés muy rápidamente, en menos de un año, ya que estos inmigrantes “súper” son muy inteligentes, pero no tanto como los finlandes.
  • Ellos hablan tan bien finés que sólo se nota un pequeño acento extranjero,  desde donde se filtra el olorcillo que diferencia a ellos de nosotros.
  • Sus hijos son bien recibidos en la comunidad, ya que son inmigrantes invisibles.

Hablando de inmigrantes se me viene a la mente el prócer argentino Juan Bautista Alberdi (1810-1884), llamado el padre de la inmigración, quien tuvo una amplia mirada sobre el desarrollo económico y social  que se produciría gracias a los extranjeros.
Aunque no hablaba de súperinmigrantes, tenía una visión muy romántica sobre el tipo de gente que vendría al país.Él escribió: “Deseamos mezclar la libertad inglesa, con la cultura francesa. Y la capacidad y moralidad laboral norteamericana con la europea.   Que nos las traigan vivas en las personas y que esas costumbres se asienten con ellas en nuestro país”.
No pensó en los habitantes nativos, ni en los negros ni en otras minorías.
A la Argentina llegaron entre los años 1881 y 1914, más de 4,2 millones de inmigrantes de Europa. En esos años la Argentina fue el segundo país elegido por los extranjeros después de Estados Unidos.  En el año 1914, el 49,4 % de los habitantes de Buenos Aires eran inmigrantes. Pero esta cifra es pequeña si la comparamos con Qatar, 86, 5 %; o con los Países Árabes, 70%; y Kuwait, 68,8%.
En Finlandia solamente hay el 3,6 %, o sea 195511 personas.
Si bien Alberdi quería una inmigración de lujo, “muestras vivientes de la civilización europea”, lo que vino fue otra cosa, anarquistas, gente pobre y sin educación, exiliados políticos y delincuentes.
La mayoría de los que llegaban a esta tierra venían de Italia y España, y lo que buscaban era un mejor estandar de vida.  Los finlandeses fundaron en el año 1906 una colonia en la provincia de Misiones, llamada Colonia Finlandesa. En en los años 1930 los jóvenes comenzaron a buscar trabajo en las ciudades y la colectividad fue achicándose.

Temo que esos inmigrantes de lujo que algunos políticos esperan no lleguen nunca, al menos no en grandes cantidades, entonces ¿qué hacemos?
Pienso que ya es tiempo de dejar de discutir si la inmigración es algo bueno o malo, y conversar sobre lo que ya existe y cómo optimizarlo. De hecho tenemos una pequeña comunidad multicultural que crece, y habría que ver cómo transitar los caminos que van y vienen desde y hacia los diferentes grupos culturales.
Ya que nuestra sociedad tiene como fundamento la igualdad para todos, creo que para construir una Finlandia fuerte, debemos trabajar sobre la aceptación y respeto de las minorías, y crear las condiciones de posibilidad igualitaria para todos. Sería importante hablar de las soluciones y no sólo de los problemas.
Está claro, que estamos un tanto perdidos, y que nos falta la visión de un modelo a seguir sobre la multiculturalidad y los diferentes valores. Tenemos que dejar de misvalorar a los inmigrantes no dándoles todos los derechos y dejar de buscar culpables.

En este sentido hay muchas personas equivocadas en Finlandia. Y este no es el camino, al menos no el camino finlandés.

 

Enrique Tessieri es antropólogo y periodista. Vive en Finlandia actualmente.

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