Barrio de Flores, Bs.As. Donde el pasado descansa. Foto: Enrique Tessieri

“A veces el pasado me da miedo.”
Jorge Luis Borges (1899–1986)

 
Enrique Tessieri habla en su texto de la época de los años 70 en la Argentina, de la vida de sus familiares y él mismo, porque en esa época vivía en Buenos Aires. En 1976 un golpe de estado terminó con la presidencia de María Estela Martínez de Perón y empezó la infame dictadura militar en el país, y el período conocido como la Guerra Sucia.

 

Tessieri cuenta que el escritor argentino Jorge Luis Borges había descrito varias veces la época complicada de los 70. El día del golpe de estado el tío de Tessieri, Horacio, recitó una cita de Borges, “la democracia es abusar las estadísticas”. Horacio y Borges, como muchos argentinos en esa época, no tenían fe en la democracia argentina en el medio de las dificultades económicas y políticas de los principios de la década de los 70.

 

Muchos de los parientes de Tessieri vivían en el barrio de Flores en Buenos Aires, incluyendo al tío Horacio. Su casa se asemejaba a un museo donde los aparatos modernos no sobraban. No adquirir aparatos modernos era sólo un medio para Horacio y la mayoría de los vecinos de Flores del intento de parar el tiempo, así como sacar las agujas de los relojes y colocar retratos de antiguos jefes de estado en las paredes. El tiempo era su enemigo porque los alejaba de los viejos buenos tiempos en los que el futuro recién estaba por venir. El tío Horacio decía que “el tiempo es el peor enemigo del inmigrante, porque nos alejaba de lo que éramos, y nos vuelve habitantes de un nuevo país, queramos o no. Sigo con la esperanza de que el pasado y el presente encuentren la armonía y se me caiga en el regazo la hoja de oro de la sabiduría que me explique qué fue lo que mis padres buscaban aquí como inmigrantes.”

 

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Han pasado 35 años desde que Tessieri vivió en Buenos Aires, pero todavía escucha el silencio de la Guerra Sucia como si fuera el de los fantasmas de un cementerio. Muchas personas fueron detenidas, torturadas y matadas y fueron pocos los que se atrevieron a contradecir a la junta militar. Porque si no estabas de acuerdo con ellos, estabas en el lado del enemigo, de “los terroristas”. La misma advertencia se escuchó veinte años más tarde de la boca del entonces presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, al declarar la guerra contra el mundo musulmán después del 11 de septiembre del 2001.

 

Nuestros enemigos son siempre indefinidos, y mientras lo sean, habrá guerras que continuarán eternamente. Los fantasmas que nos persiguen, y han perseguido siempre, son nuestros enemigos: nosotros mismos.

 

Si queremos aprender algo de los años atroces de Argentina o Estados Unidos, y de las injusticias que están ocurriendo en Rusia o China, entre otros países, tal vez la enseñanza más importante sea que nuestra guerra contra los enemigos reales e ilusorios va a terminar con la victoria pírrica.

 

Cuando un país, sea estados Unidos o la junta en Argentina (1976–1983), se empieza a creer invencible, significa el comienzo del fin. Esto se debe a que los métodos y mentiras que usaron la junta argentina y los países occidentales contra el terrorismo fueron tan falsos, que al final, el peor terrorista terminó siendo el estado mismo.

 

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1.Victoria que tiene un precio tan alto que termina siendo desfavorable para el vencedor.

 

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