Recorrer las calles de Tallin, Turku y Estocolmo es una experiencia memorable por varios motivos. Uno de los principales atractivos de visitar el viejo continente es justamente su antigüedad. Sus calles y barrios, muchos conservados con especial cuidado desde tiempos lejanos, hablan por sí mismos y nos sumergen en mundos históricos y a la vez mágicos.

Todos vimos películas o leímos libros que cuentan historias que transcurren en los siglos XIII, XIV, XV, la edad media, el renacimiento, los inicios de la revolución industrial… Visitar lugares que tienen esa estética, y que sabemos que no son puestas en escena, sino escenarios reales de las épocas que vemos retratadas, resulta fascinante.

Ese es el atractivo de estas ciudades, que comparten el hecho de ser históricas pero que, a su vez, cada una cuenta una historia diferente. Hoy vamos a sumergirnos en un paseo por Tallin, la capital de la República de Estonia, pasando por Estocolmo en Suecia y Turku en Finlandia. Tres ciudades, tres países, tres identidades nacionales.

TALLIN

Estonia es prácticamente una llanura. Su colina más alta tiene 300 metros. Quizás sea por eso (o quizás no) que su ciudad capital, Tallin, se caracteriza por construcciones relativamente bajas.

Llegamos a Tallin en avión, desde Berlín. El pequeño aeropuerto fue un adelanto de la identidad de este país. Pequeño, tranquilo, acogedor. Con empleados que resultaron agradables anfitriones, este lugar fue la puerta de ingreso a un país con estos mismos rasgos.

Me gusta recordar Tallin como la ciudad de los tejados. Su estilo de cúpulas y techos con tejas es muy particular y le dan a la pequeña metrópoli una identidad muy particular. En mi caso, fui en verano. Las temperaturas superaban los 30 grados, aunque en la región esto no sea tan común. Pudimos recorrer gran parte del casco histórico y de la parte moderna de la ciudad.

Algo emocionante acerca de Tallin es que está rodeada por una muralla, construida a partir del siglo XIII durante la dominación danesa de la región. Esta muralla fue perfeccionada y reforzada durante los siguientes tres siglos, convirtiendo a la ciudad en un lugar protegido de ataques. El enorme muro se extiende a lo largo de un kilómetro y medio, y comprende 26 torres de defensa (la mayoría con esas cúpulas con tejas tan características).

Uno de los accesos a la parte vieja de Tallin (Vanalinn) es a través de una puerta llamada Viru tänav, y consta de edificaciones de siglos de antigüedad. Este sector es para perderse por sus calles angostas y pasajes de suelo empedrado al estilo medieval, en el que además podemos encontrar gran cantidad de artistas, como por ejemplo dibujantes que retratan el paisaje o a las personas que pasan.

Un lugar muy especial del casco histórico de Tallin es la Plaza del Ayuntamiento (Raekoja plats). Data de la época medieval y concentra todos los eventos principales de la ciudad, como ferias, festivales, el evento de los días medievales y conciertos y es, además, el escenario de un gran árbol navideño que se coloca allí desde 1414.

Sus calles adyacentes, tienen nombres como Zapato (Kinga), o Pastelería (Saiakang). Antiguamente, los locales, según el rubro, estaban ubicados en estas calles. Así, en Kinga había negocios de venta de calzado, y en Saiakang distintos comercios dedicados a la gastronomía. ¡Es tan emocionante transitar por calles cuyos nombres datan de épocas tan lejanas, tanto en tiempo como a nivel cultural!

El edificio más importante de la zona es el ayuntamiento y es el único de estilo gótico que queda en los países nórdicos.

Hacia fines el silgo XIX y principios del XX, parte de la muralla que rodea la ciudad fue demolida, o preservada, pero con edificaciones añadidas, y se construyó una parte “moderna” que constituye el centro de la ciudad, caracterizada por construcciones más modernas y altas, avenidas más anchas, y la presencia de hoteles, cine, casino, y demás. Allí se encuentra el hotel Olümpia, construido especialmente para los juegos olímpicos de Moscú de 1980. Hacia principios del siglo XXI, hubo un boom de la construcción en el que se agregaron más edificios, algunos de los cuales son rascacielos. Hoy en día todavía la ciudad sigue expandiéndose.

Mi último paso por Tallin estuvo marcado por el gigante anfiteatro construido en 1959. Cada cuatro años, sucede en Estonia el Festival de la canción, que tuvo lugar por primera vez en 1869 en Tartu y desde entonces tiene una importancia política para este país, por estar vinculado a su profunda identidad nacional.

Fieles a la antigua tradición musical de los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), cada cuatro años se enciende la llama del festival de la canción, que llena de orgullo a todos los miembros de la nación y congrega a alrededor de 30 mil coristas que durante dos días realizan su espectáculo frente a aproximadamente 200 mil personas. La acústica del lugar es increíble y recomiendo que lo visiten cuando paseen por esos pagos.

Ahora, volvamos al puerto, que llegamos tarde para tomarnos el ferry que nos llevará al siguiente puerto.

ESTOCOLMO

Llegamos a la capital sueca por medio de un ferry que durante aproximadamente doce horas nos condujo desde Tallin, por el mar Báltico. Vamos con nuestro propio auto, que se sube al barco con nosotros. El navío es como una especie de hotel navegante, que no llega a ser un crucero pero que tiene habitaciones con baño, restaurant, negocios, shows y desayuno y en el que las 12 horas de viaje se pasan más que rápido.

 

El puerto de Estocolmo está también colmado de lugares para comer sobre el mar, con vistas maravillosas de los grandes y coloridos edificios del casco antiguo de Estocolmo, que se reflejan en el mar. La ciudad emana ese clima de tranquilidad que tanto representa a los habitantes de Suecia, caracterizados por su mente abierta y un estilo de vida relajado.

Esta ciudad tiene su parte antigua y su parte moderna. A la Estocolmo histórica se accede a través de un puente, porque está ubicada en una isla llamada Gamla Stan (en total, Estocolmo abarca 14 islas). Caminar por sus calles remite a las películas situadas en la edad media. Con callecitas angostas cuyos locales se anuncian con el típico cartel redondo o cuadrado con tipografía medieval (algunos incluso labrados en hierro o imitación), pequeños puentes peatonales que unen algunas construcciones en su primer piso, y subidas y bajadas empedradas, nos sentimos como en un cuento de hadas.

En Gamla Stan, además de los callejones y las edificaciones medievales, podemos encontrar los edificios más importantes a nivel gestión en Estocolmo. Así, está el Palacio del Parlamento (Riksdagshuset) y el edificio que es la sede del gobierno sueco (Rosenbad). Son edificaciones más modernas, construidas entre fines del Siglo XIX y principios del XX y visitarlas es una experiencia muy interesante. En la guía oficial del visitante de Estocolmo se encuentra información acerca de las visitas a estos y otros muchos lugares.

La arquitectura de Estocolmo es maravillosa. Tiene su estilo único: al ver una foto, se reconoce fácilmente. Esa fue la sensación al bajar del ferry y transitar sus calles. Sus edificios tienen distintos colores y cada uno un estilo diferente. En general son bajos y poseen grandes ventanales. Se rumorea que es porque como Suecia tiene un clima especialmente frío, los habitantes de su capital desean disfrutar de la presencia del sol lo mayor posible.

Muchas curiosidades pueden encontrarse en Estocolmo. Algo que todos conocemos, son los premios Nobel. Lo que yo no sabía, es que fueron instituidos en Suecia, en honor a Alfred Nobel, un inventor sueco que hizo grandes contribuciones a la humanidad. El Museo Nobel se encuentra también en el casco histórico de la ciudad. Estocolmo es sede de la entrega de los premios anuales, exceptuando el de la paz, que se entrega en Oslo, Noruega.

Otro lugar único que visité en Estocolmo fue el museo de ABBA en el que canté, bailé y recordé esta famosa banda de origen sueco de una manera muy especial. Probablemente el mejor lugar de homenaje para esta banda que nunca pasará de moda. En su sitio oficial pueden consultarse los días y horarios, así como obtener tickets online para evitar las largas filas para el ingreso.

Lo cierto es que esta es una ciudad del mundo, con grandes atracciones para todo tipo de gustos. Hay palacios, edificios modernos, universidades, escuelas de música, espectáculos, lugares con estilo medieval y otros de tinte contemporáneo. Es realmente una metrópoli para visitar durante varios días, pues no tiene desperdicio.

Y ahora sigamos, que se nos hace tarde para abordar el otro ferry (porque sí, acá nos gusta navegar por mar), directo a…

 

 

 

 

 

 

TURKU

Las mismas empresas que prestan servicio de ferry entre Tallin y Estocolmo, lo hacen también entre la capital sueca y Turku, una ciudad finlandesa. Salimos del puerto de Estocolmo para aventarnos al mar nuevamente y con una duración similar, atravesamos nuevamente el báltico hasta llegar a Turku.

 

Los viajes entre Tallin y Estocolmo y Turku también pueden realizarse por otras rutas, pero realizar los trayectos por mar nos pareció una forma adecuada de experimentar la vida nórdica. Además, los navíos que transportan pasajeros entre estas ciudades ofrecen entretenimiento, información y comodidades únicas. Una noche a “mar abierto” nos recuerda la antigua forma de viajar y nos mantiene sumergidos en la magia histórica de los lugares que visitamos.

Cuando ponemos un pie en Turku, otra vez nos sorprendemos. Es que Europa es así, una perfecta combinación de historia con actualidad, una mezcla de épocas que conviven con una armonía realmente interesante. Pero en cada ciudad, esto sucede de una manera distinta. Si bien hay también una parte más moderna, su estilo en general remite al folklore de la ciudad, con alusiones a su época de auge en los siglos XV y XVI. No es para menos: es la ciudad más antigua de Finlandia. Fue fundada en el siglo XIII. Está situada a orillas del río, por lo que su ambiente es similar al de las otras dos ciudades nórdicas en este aspecto.

 

A pesar de esto, también posee su centro histórico propiamente dicho, en el que se destacan construcciones de la época medieval, como la Catedral, de estilo gótico, y el castillo de Turku, que inicialmente era una fortaleza militar. Este castillo, si bien fue construido en el Siglo XIII, tuvo su momento de gloria en el Siglo XVI, época en la cual se construyeron áreas importantes. Las edificaciones medievales de Turku albergan actualmente museos y otras oficinas, ejemplo vivo de que la historia se resignifica y adquiere su nuevo lugar en la cultura contemporánea.

 

Una curiosidad acerca de Turku es que hasta el año 2009 fue la capital administrativa de Finlandia. Sin ir más lejos, el imponente castillo de Turku fue centro administrativo del país.

A nivel cultural, Turku posee miles de propuestas para aficionados de todo tipo. Junto con Tallin, fue nombrada Capital Europea de la Cultura en 2011. En esta ciudad es hermoso poder pasear por la costanera y cruzar los más de 10 puentes que unifican distintos puntos de la ciudad por sobre el Río Aura. Con un aspecto acogedor, Turku invita a pasear, tanto por el centro histórico y medieval, como por los lugares más alejados del centro, con casitas típicas de la región y mucha, pero mucha naturaleza. En la página oficial del gobierno se puede acceder a más información acerca de estos lugares y las distintas formas de visitarlos.

Las ciudades nórdicas son sin duda un lugar más que recomendable para los viajeros, porque saben cautivar y dar la bienvenida a cientos de turistas al año con su estilo parecido pero a la vez único.

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