Noemí BrownNoemí Brown

Noemí Brown,  escritora de Adrogué, localidad sureña del Gran Buenos Aires, nos cuenta cómo se define la vocación de escribir y de qué manera paso a paso se va cristalizando el SER ESCRITORA.


¿Cómo surgió tu vocación de escritora?

Siempre me sentí cómoda escribiendo. En la escuela, o si se daba la oportunidad de hacerlo, me resultaba natural expresarme de ese modo. Mi madre era muy hábil redactando y fue ella la que me enseñó a leer y escribir. Solía contarnos cuentos que improvisaba y siempre había alguna lectura cerca nuestro.


¿De qué manera te formaste en el arte de escribir?
 
Por mi profesión -soy graduada en Ciencias de la Educación de la Universidad de Bs. As.- comencé escribiendo algunos ensayos relativos a ella. Pero me inicié en la ficción en los talleres de narrativa de Laura Massolo. A partir de esa experiencia le tomé el gusto al cuento corto. Latinoamérica es rica en cuentistas. No me reconozco en ninguno de ellos en especial. Seguramente todos dejaron huella y, por supuesto, la literatura universal también. De cada uno valoro su originalidad. Me gusta pasar de uno a otro para disfrutar lo que cada uno tiene de diferente.


¿Tenés obras publicadas?

Habiendo participado en varios concursos, como resultado de los premios obtenidos, formé parte de muchas antologías.  “…basta un botón” es mi primer libro unitario. Consta de veinticinco cuentos cortos. El recibimiento que tuvo me animó a lanzar el segundo, “La ruta de las especias”, que acaba de salir y contiene veintiocho cuentos. 


¿Cuáles son tus próximos proyectos?

Por ahora, pienso seguir escribiendo y dar a conocer mi nuevo libro.


¿Podés contarnos alguna anécdota relacionada con tu vida de escritora?


  Uno de los buenos momentos que me brindó la escritura fue la oportunidad de viajar  al interior. Anduve bastante por nuestro país, tiempo atrás, pero pude conocerlo mejor, y a su gente, participando de encuentros literarios, asistiendo a premiaciones, leyendo mi obra o presentando mi libro “…basta un botón”.


¿Desde cuándo vivís en la zona Sur? 


Nací en 1945, en Banfield, ciudad del conurbano bonaerense. Cuando tenía siete años, nos mudamos a Chivilcoy, ciudad del interior de la provincia, por el trabajo de mi padre. Después de su muerte, volvimos a la zona original. Viví en Lomas de Zamora, con mi madre y mis hermanos varios años. Hace más de cuarenta años llegué a Adrogué, Partido de Almirante Brown, con mi marido y nuestra hija. Acá nació nuestro hijo. 


  ¿Qué te parece la propuesta “Feria del Libro” en Almirante Brown?


 La 1° Feria Federal de Almte. Brown se realizó en el 2016 y dejó un saldo muy positivo. La concurrencia superó las expectativas, hubo visitas muy interesantes del ámbito literario y los autores locales encontramos un lugar donde exponer y vender nuestra obra. Estamos a pocas horas del inicio de la 2° Feria. Ojalá se repita el éxito. 

Agradecemos a Noemí Brown por la entrevista otorgada


Cuentos

La quimera del oro        
Ya era tarde cuando bajamos de la higuera. El sol, a través del follaje, marcaba medallones dorados sobre el piso de tierra. Mirá –le dije a mi hermano– monedas de oro.
Me puse a juntarlas una por una. El sol, que seguía cayendo, borraba el dibujo poco a poco. –Dale, ayudame, pronto van a desaparecer todas.
Entonces se agachó dispuesto a juntar. Pero era tarde. El árbol ya era una mancha negra contra el suelo. Levantó los hombros y me miró con impotencia.
En ese momento, mamá nos llamó desde la casa. – ¡Chicos, entren, está refrescando!
Mientras caminábamos hacia la cocina, él llevaba las manos vacías en los bolsillos, los míos, tintineaban.
No todos pueden imaginar la felicidad –pensé. Y sentí lástima por mi hermano.
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  Si leyeras un libro desde el final, ¿escribirías otro comienzo?
Después de morir me levanté con dificultad de las baldosas enrojecidas. La sangre me volvió al cuerpo. Tomé el revólver del suelo. Lo guardé en un cajón del escritorio, de donde lo había sacado unos minutos antes. Mi enemigo agonizaba cerca, con un arma entre los dedos. Entonces se puso de pie y retrocedió hasta la entrada. La mancha del pecho se borró. Salió de la habitación. Volví a sentarme frente a mis papeles y traté de concentrarme en lo que estaba haciendo antes de que se abriera la puerta.  Esperaba ansioso oír otra vez el ruido de los pasos acercándose. Cuando entró ninguno de los dos estaba dispuesto a matar.  
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