Pulmu Heinonen nació en Argentina, pero es hija de inmigrantes finlandeses. Su padre, Eino Guillermo Heinonen llegó en 1918, siendo uno de los pioneros en el intercambio comercial entre ambos países. Su mamá,  Edit Sofia Wiklund, llegó en 1923.   Pulmu ha administrado tanto empresas como los campos familiares.  Actualmente y desde hace algunos años ya, se dedica a la tarea de escribir sobre su familia, sus viajes y también sobre la colectividad finlandesa.

 -¿Sos una mujer empresaria, estanciera, escritora, madre y abuela ¿cómo has ido llevando estas vocaciones en tu vida?

Con respecto a mis vocaciones, algunas han sido naturales, otras obligatorias impuestas por las circunstancias, como la de empresaria. En lo que respecta a lo de estanciera viene de joven, yo quería ser veterinaria  pero mi padre se opuso. Él necesitaba alguien de confianza que lo secundara en el manejo de la empresa familiar. Por eso estudié Ciencias Económicas en Finlandia. En los años 50 todavía la opinión de los padres era sagrada. Si es por el resto, siempre he sido muy lectora y es de allí de donde vino mi vocación para la escritura.

– ¿Cuál de ellas te da y ha dado más satisfacciones y por qué?

Como madre de un solo hijo, él es motivo de mi felicidad y ahora, en la vejez, un apoyo incondicional. Ver crecer a mis nietos es una experiencia única.

– Dijiste que estudiaste en Finlandia ¿cómo fue tu integración con tus compañeros y  la forma de enseñar allá? ¿En qué aspectos difería de la de acá?

-Con respecto a mis años de escuela en Finlandia, no tuve problemas de integración con mis compañeras, ni siquiera al principio, aunque mi finlandés era muy rudimentario. Lo que más me costó en los años de internado, era la comida – los puuros- y la leche como única bebida en las comidas. En lo que respecta a la enseñanza, las maestras vivían en el colegio, éramos ochenta alumnas todas provenientes de distintos lugares de Finlandia. Además de las materias tradicionales como matemáticas, gramática, idiomas, geografía e historia, teníamos economía doméstica y puericultura. Hacíamos el pan y muchas de las comidas que consumíamos. Como de esto último no tenia ni idea, lo primero que tuve que hacer fue acompañar a la maestra de economía al mercado de la plaza de Porvoo. Los días de la compra de pescado para noventa personas, eran lo más difícil para mi, ¡no era muy divertido limpiar pescado! Otra experiencia era la de cosechar setas en el bosque para conservarlas para el invierno. Recuerdo que puse en mi canastita tuohikoppa las más lindas, esas de sombrero rojo con pintas blancas…¡que resultaron ser los más venenosos! También era para mi una labor extraña el limpiar las setas una por una y luego conservarlas en sal gruesa pero, con el tiempo, le tomé el gusto a las setas…

-Debido a las amistades de tu padre, quien abrió el intercambio comercial entre Argentina y Finladia, conociste varias personalidades de ambos países. Nos gustaría que nos cuentes tus primeras visitas a la casa del famoso arquitecto y diseñador Alvar Aalto:

–  Alvar  Aalto nació en 1898 en Kuortane, región de Ostrobotnia del Sur y falleció en Helsinki en 1976. Formó parte del Movimiento Moderno y considerado dentro del mismo como “maestro”. Como mi padre era representante de la empresa Enso Gutzeit OY la relación con Alvar Aalto era bastante frecuente. El arquitecto diseñó la mayoría de las fábricas y centros comunitarios de la empresa así como también el edificio de su casa matriz, todo cubierto de mármol de Carrara blanco, lindante con la catedral ortodoxa de Helsinki. Entre sus obras más conocidas en Finlandia están el edificio de Turun Sanomat (1930), Biblioteca de Viipuri (1927) y la destruida en 1943; el sanatorio de Paimio para tuberculosos. En el exterior, el Museo de arte de Aalborg, Dinamarca (1958/72), Dormies del MIT (1947/48), edificio de correos en Bagdad, iglesias en diversos puntos de Finlandia, los pabellones fineses de la feria de Paris ( 1937) y Nueva York (1939/40), el máster plan de Otaniemi e innumerables obras suyas por Europa y Estados Unidos.

La década del 40 no fue productiva, además falleció su esposa. En 1952 se casó con la arquitecta Elissa Mäkiniemi, que fue su colaboradora más estrecha.

El hogar era un resumen de su estilo. Los ambientes eran grandes, muy luminosos, había distintos niveles, colores claros y los famosos muebles construidos en madera multilaminada que permitía curvas. Todas sus obras eran de informal calidez, líneas envolventes, nada de ángulos rectos y siempre integradas al entorno.

Fue un hombre de mucho carácter, de hablar fuerte y fumador de cigarros.

El trato conmigo, en ese entonces, una adolescente entre gente mayor, era mas bien distante. Mientras los adultos comían y discurrían, la señora me permitió «vagar» por toda la casa.

Lo recuerdo como un señor elegante, siempre bien vestido y de aspecto agradable. Muy cosmopolita. No recuerdo haber visto mascotas en su casa. No llegó a visitar Argentina.

¿Nos contás un poco sobre tus libros?

 Con respecto a mis libros, el primero que escribí fue El inmigrante, un destino en Argentina   y es la historia de mis padres. Sentí que debía hacerlo pues mi padre tenia la idea de escribir sus memorias pero, no pudo hacerlo por problemas de salud. El segundo, Por el mundo con mi abuela, es un racconto de alguno de mis viajes por el mundo. El título se debe a que mi nieto sabía marcar en un mapamundi por dónde andaba yo. El tercero, en colaboración con Marjatta Nieminen, nació de un café que tomamos con ella junto al río Aura en Turku, después de encontrarnos en el Instituto de Inmigrantes. Fue una hermosa experiencia realizar ese trabajo juntas. Conocí a muchos descendientes de finlandeses de Oberá y sus destinos.

Con respecto a mis lecturas finlandesas, por supuesto El egipcio, de Mika Waltari fue un libro hermoso. Lo leí dos veces, la segunda lectura me sirvió de guía en mi viaje por Egipto. Increíble que Waltari nunca haya estado en ese país, aunque sus descripciones son absolutamente ciertas, incluyendo los aromas que relata.

Después, desde mi adolescencia, leí casi todos los libros de Kaari Utrio, ¡sus novelas históricas son atrapantes!

De los contemporáneos me gusta Kjell Westo ante todo su obra Missä kuljimme kerran (Donde caminamos alguna vez) que es una descripción del Helsinki del siglo veinte. Por último, Mirkka Rekola, poetisa, doctora HC de la Universidad de Helsinki también es mi preferida. Ella asistió al Porvoon Naisopisto en la misma época que yo.

 

Fennia agradece la entrevista otorgada.

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