Las fogatas arrojan sus chispas al cielo. El bosque le da su marco escénico, y una tarima de
madera, construida para bailar, completa la imagen idílica. La música es contemporánea, aunque
también se escuchan tangos antiguos. Muchachas y muchachos giran bajo el resplandor rojizo
del sol de medianoche.
Nosotros, observadores extranjeros, miramos desde una mesa un tanto alejada de la hoguera, con un
vaso de vodka que ayuda a mitigar el fresco de la noche.
Todos los años se celebra en Finlandia la Fiesta de San Juan.
Cuentan que esta costumbre se asocia con la llegada del  solsticio de verano , el  veintiuno de
junio , en el hemisferio norte. Encendiendo fogatas pretendían “dar más fuerza al sol, que a partir
de esos días iba haciéndose más “débil”.
La misma época coincide con los festejos cristianos del veinticuatro de junio, nacimiento de Juan el
Bautista seis meses antes de la víspera del nacimiento de Jesús el veinticuatro de diciembre. Se ha
llegado a concluir que los relatos bíblicos tienen su origen antiguo, en estas celebraciones paganas
relacionadas con el sol, no obstante, a causa de esos tres días de diferencia hoy hay consenso en que
el veinticuatro de diciembre se asocia a la celebración judía de la Hanukkah o dedicación del
Templo (Jesús era el nuevo Templo para los cristianos). Según este razonamiento, la fiesta de San
Juan tampoco tendría que ver con las celebraciones paganas del solsticio de verano. Una diferencia
de tres días es demasiado margen para el conocimiento astronómico de cualquier época que
consideremos.
Hoy, mirando este hermoso fuego cerca de Turku, recuerdo que cuando existía la Iglesia de
Marineros finlandeses en la Av. San Juan, en Buenos Aires, allá por los años sesenta, en la terraza a
cielo abierto, el pastor encimaba los leños en un lugar protegido por paredes bajas de ladrillos. A su
alrededor, a los niños nos fascinaba mirar el fuego y cantar las canciones típicas. Siento en este
momento un puente de conexión con aquel pasado lejano a través de este hermoso ritual, que
continúa uniendo a las personas y las culturas.

Rosalía Julia Pankiv

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