SANTIAGO MITRE Y EL CINE ARGENTINO

El cine, ese lugar muy muy oscuro con una blanca pantalla delante, según la melancólica mirada con la que en muchos pasajes de mi vida conviví con él, le ha dado este año a la Argentina singulares alegrías. Una de ellas, “La patota”,  una nueva versión de aquella magnífica película creada en los ‘60 por Daniel Tinayre y que este año revitalizó con envidiable talento Santiago Mitre.

Como su antecesora, premiada en Berlín en 1961 con el Premio C.I.D.A.L.C., La patota, de Mitre, fue distinguida en tres importantes festivales: Cannes, Torino y San Sebastián. En Cannes obtuvo el Gran Premio de la Semana de la Crítica además del Premio FIPRESCI (Federación Internacional de Críticos de Cine) y otros varios en el Festival de Torino entre los que se destacan el Premio Especial del Jurado para la película y el Premio a la Mejor Actriz para su protagonista, Dolores Fonzi. En San Sebastián, el Premio de la Juventud y el Otra Mirada de la Televisión Española.

Pero lo que resulta muy singular es ese vínculo entre el pasado y el presente de un cine argentino que caracteriza la cultura de un país cuya producción cinematográfica no sólo es reconocida en todos los puntos cardinales sino que además tiene casi la edad  del cine mismo. Eso se debe indudablemente a la aparición periódica de nuevas generaciones y de jóvenes directores, como Santiago Mitre que surgen increíblemente en un país cuya cultura se retroalimenta en forma constante a pesar de las más variadas vicisitudes. Múltiple virtud, sin duda, que es oportuno resaltar aunque queden sin respuestas las preguntas de por qué y cómo estos nuevos cineastas esquivando tantos obstáculos año tras año escalan cimas tan altas.

El caso de Santiago Mitre no es extraño. Con su primera película, El estudiante, asomó una aguda visión de la militancia en el mundo universitario que sorprendió a la crítica y al público. De ahí a arriesgarse a la comparación con una de las películas más exitosas del cine argentino de hace cinco décadas, La patota, de Tinayre, parecía un paso difícil. Y desde luego que hizo honor al antecedente. Fue uno de los cinco éxitos cinematográficos del 2015. De crítica y de público, no siempre coincidentes por cierto.

Aunque sin evidenciarlo, seguí muy de cerca el recorrido de La patota, como me sucede con todas las películas con las que me siento de algún modo, aunque muy indirectamente, vinculado. Con afecto, entusiasmo y devoción, como si fueran propias. Pero lejos del compromiso y sí con la libertad de expresar mi admiración y de ponderarlas sin que pueda interpretarse de ninguna manera como un beso en el espejo.

Manuel Antín

 

Manuel Antín es el Fundador y actual Rector de la Universidad del Cine -1991-, de San Telmo, Buenos Aires, recibió ya por tercera vez a la Revista Fennia en su oficina donde los afiches de películas en las paredes, nos remiten a un mundo mágico.

No le hacemos ninguna pregunta, no cabe en ése espacio una entrevista, sólo escuchamos su relato tranquilo sobre el entusiasmo que sigue teniendo en su proyecto de vida, el Cine.
Su vocación comenzó en el Colegio Nacional de Buenos Aires, institución emblemática por excelencia. A sus noventa y tres años sigue amando lo que hace. Delgado, alto, nos contó que había sido granadero, durante su servicio militar, por los tiempos del Presidente Perón, y casi hubiera tenido la oportunidad de escoltar a Evita en su viaje a Europa, pero a último momento no se dio.

En su haber están las películas relacionadas con Julio Cortázar, y sus filmaciones conjuntas con Leopoldo Torre Nilsson por las calles de Adrogué. Su primer largometraje en 1962 fue  La Cifra impar, basado en el cuento Cartas de Mamá de Julio Cortázar.  En dos de sus siguientes películas trabajó nuevamente sobre textos de este escritor: Circe (1964) e Intimidad de los parques (1965). A lo largo de los años sesenta su filmografía se vincula con el movimiento del cine argentino conocido como Generación del ’60, relacionado estéticamente con la Nouvelle Vague francesa. También en los años sesenta realizó una serie de documentales destinados a la televisión titulada Los argentinos, dedicados a personalidades argentinas como Quinquela Martín, Julio Cortázar, Bernardo Houssay,  Amadeo Carrizo y Leopoldo Torre Nilsson, entre otros.

El próximo junio Revista Fennia estará en Finlandia donde la Fundadora y Editora de la Revista,  fue invitada para hacer tres Cafés filosóficos con Cine debate en  Kuusisto Taidekartano, un Espacio de Arte cercano a la ciudad de Turku. Manuel nos cedió generosamente la película La patota del 2016, premio al mejor guión adaptado, dirigida por Santiago Mitre,  quien fuera alumno de la Universidad del Cine, para llevarla al Encuentro de Arte que se llevará a cabo allí este año 2019.

Manuel le responde algunas preguntas a Fennia:

-¿Qué secreto tiene el buen cine? (Director, guión, actores, mensaje…etc.)

El único secreto que tiene el buen cine es el guion. De él depende todo, ni un maravilloso director ni un fotógrafo extraordinario, ni un compaginador talentoso, ni actores deslumbrantes, nadie puede reemplazar un buen guion.

 ¿Cuál es su secreto para la tranquilidad que transmite y expande a los demás?

Mi secreto es la verdad. Algo que no suele abundar en este mundo. Con la verdad se abren y se alcanzan todos los horizontes.

-¿Qué ama de la vida además del Cine?

Mi familia y los libros. Yo no sería sin ellos.

¿Cómo ve el futuro de nuestra Argentina?

-Quisiera ser optimista y desearle a las futuras generaciones una Argentina mejor que la que me ha tocado a mí. Así como somos hoy día no va a ser posible.

 

Revista Fennia le agradece a Manuel Antín

 

 

 

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