Pintura: Gerardo Mescher

Entrevista a Paulina Spinoso y Marcelo Martínez

Durante varios años buscamos lugares donde aprender a bailar el tango en Buenos Aires, entre aciertos y desaciertos terminábamos siempre por dejar. Hace dos años Paulina -también Psicóloga y Profesora de Filosofía- armó este espacio en su casa adonde seguimos y seguiremos yendo. Nos damos cuenta que cada vez entendemos y bailamos tango mejor. Marcelo es el profesor junto con la dueña de casa. Han practicado el tango durante varios años no sólo dando clases sino también, yendo a milongas e investigando sobre las canciones y orquestas actuales e históricas.

Les hicimos una entrevista para que puedan explicar su don de enseñar. Lo que nos han contado destruye varios prejuicios sobre cómo y quiénes pueden bailarlo.

 

 

¿Desde cuándo bailan tango y cómo lo aprendieron?

Marcelo: Empecé a bailar hace 11 años cuando hacía una puesta en teatro del libro Boquitas Pintadas, en la que había que bailar tango. Empecé ahí a tomar clases con Jorge Firpo, con el Turco Suaya, luego con Francisco Gysel, Adela Galeazzi, Rino Biondi, de los cuales luego fui asistente. Más tarde con Gustavo Benzecry Sabá y María Olivera.

Paulina: Bailo desde hace más de 20 años ya. Fui a aprender con muchos maestros y maestras. El básico me lo enseñaron Marta Antón y Luis Grondona. Luego fui a las clases de Susana Miller. Quien me enseñó mucho allí, fue su ayudante Sol Bustelo. También tomé clases con Osvaldo Sotelo, con Omar Vega y algunos otros. Después, tantas noches en tantas milongas bailando con Alberto Dassieu, mi marido, dando clases y exhibiciones. Él me transmitió algo muy valioso, la intensidad, la espera, la tensión, la intención, la pausa, el suspenso, el vuelo. Con todos conocí la alegría de bailar. Con él, el éxtasis del baile.

 

¿Hay una manera correcta de bailar el tango?

 Marcelo: En parte sí, en parte no. Es una danza popular, mientras el bailarín decida qué va a hacer estaría bien. Pero hay muchos factores a tener en cuenta, hacerlo con la música, rítmicamente, una buena postura, buen abrazo,  es decir que hay maneras correctas de bailar. Hay un equilibrio entre la corrección técnica y la mugre tanguera. Eso hace a la singularidad.

Paulina: Ese es un tema complejo. Por un lado se puede decir que hay tantas formas de bailar el tango como bailarines, y hay una cuota de verdad en eso. Pero, como nos enseña el viejo Hegel, decir “todo” es lo mismo que decir “nada”. Aunque no haya “la” manera correcta de bailar el tango, es cierto que hay mejores y peores. Una aproximación sería la de ver que hay diferentes estilos que dependen de las épocas, las orquestas, los barrios, incluso hay estilos personales. Lo que está bien en un estilo puede estar mal en otro. Pero para cada uno, hay una buena manera de bailarlo. Como en tantas cosas, una salida del molde puede resultar un mamarracho o una creación genial. 

Pintura: Gerardo Mescher

 

¿Qué bailarines han sido sus modelos o sus predilectos?

 Paulina: Hace años, me fascinaba ver a Gerardo Portalea navegando la pista. En el escenario, Miguel Angel Zotto. Entre los más jóvenes, Javier Rodríguez. Y Alberto Dassieu, claro. Teté para el vals, El Flaco Dani para la milonga. Coca y Osvaldo para Canaro.

 Mujeres hay muchas. En la pista me encantaba mirar a la Sra. De Filipelli. Geraldine bailando con Javier. Ahora hay muchas y muchos jóvenes que bailan muy lindo, es un placer verlos.

Marcelo: Coincido con Paulina y agrego a Jorge Firpo, al Pibe Sarandí y Adela Galeazzi.

 

El Tango ¿es un baile machista?

¡Creemos que es más complejo aún! Hablemos solamente del baile. Otra cuestión serían las letras.

Podríamos empezar diciendo que el tango no es menos machista que cualquier otra expresión cultural. Pero, si lo es, ¿cómo lo es? Porque, de nuevo decir todo, es lo mismo que no decir nada. Es un baile con dos roles muy diferenciados. Uno conduce y el otro “sigue”. Es lo más frecuente que se diga para uno “el varón” y para el otro “la mujer”. Sin embargo hay quien prefiere hablar, con un lenguaje bastante colonial, de “leader” y “follower”, con independencia de que esos roles los desempeñen varones o mujeres. Y es cada vez más frecuente que se produzcan esos intercambios. No obstante, como ya dijimos, la tradición pone al varón en el lugar del que conduce y a la mujer en el lugar de quien es conducido. Eso se aproxima bastante a la antigua definición de lo femenino y lo masculino –lo que tampoco coincide con varón y mujer-, en términos de la oposición activo-pasivo. Como sabemos todo esto está en revisión en la cultura, también en el tango. Se dijo muchas veces que la mujer puede responder a lo que el hombre le propone de muchas maneras, que puede ser muy creativa. Es cierto, el que “sigue”, el que “se deja llevar” puede hacer mucho propio, pero en los márgenes de lo que se le “marca. Gavito solía decir que el bailarín es un “rey” en la pista, cuando hace que la bailarina se sienta, y se vea –a los ojos de los demás- como una “reina”. El feminismo tiene mucho que decir sobre estos roles supuestamente privilegiados de las mujeres. También ocurre que muchas mujeres que en otros ámbitos son muy independientes, en esa burbuja fuera del espacio y del tiempo cotidiano que es la milonga, disfrutan de entregarse y dejarse llevar. Otra cosa, el buen bailarín es el que se deja conducir, él mismo, por la música, que es el amo absoluto.

Ahora bien, todo esto se complica más si se trata del tango de escenario o de exhibición porque ahí, el amo absoluto es la mercancía. La condición del tango como mercancía exige el estereotipo, la sobreactuación de los estereotipos del macho y la hembra. Las chicas tienen que vestirse de prostitutas caras y los muchachos de cafishos de alto nivel, fruncir el ceño y salir a matar.

Por eso hay entre las jóvenes bailarinas de espectáculo un movimiento feminista que lucha contra todo eso, incluso contra cosas como que sus nombres siempre van en segundo lugar, o que los contratos de una pareja los arreglan los varones, o que, obviamente, ellas cobran menos. El 8M compartí con ellas la marcha y las vi muy comprometidas con la causa de la mujer.

 

 

El lenguaje corporal del tango ¿es erótico o es sensual? ¿O cómo lo clasificarían?

Pintura: Gerardo Mescher
Bueno, como en todo, depende del uso que demos a las palabras. Si pensamos “erótico” con ese sentido amplio freudiano, que nombra como Eros a las pulsiones de vida, que tienden a unir y articular, entonces el tango es erótico. Si no, podríamos pensar que el tango es íntimo, no necesariamente erótico,  aunque a veces sí lo pueda ser. Podemos decir, citando a Virulazo, que el tango es “sensual, no sexual” –pronúnciese sesssual”-.

Esta cuestión se relaciona con la pregunta anterior. En la distribución estereotipada de las mercancías, al tango le toca connotar sensualidad, y ahí están los bailarines en el escenario, obligados a escenificar un drama acrobático de amores y odios. Pero el tango es un baile, no tiene por qué narrar ninguna historia. También en esto la música manda e impone un talante: la milonga es divertida, el vals es sentimental, D’Arienzo es juguetón y exigente, y con Pugliese se puede morir de amor.

 

¿Desde cuándo bailar tango se puso de moda y por qué?

La historia del tango es larga. Muchas veces brilló, se apagó y volvió a encenderse. Para muchos es una moda. Como tal, está destinada a pasar de moda. Algunos se acercan porque está de moda, otros porque los manda el médico o el fisiatra. Para nosotros, para los milongueros y tangueros es otra cosa, difícil de rotular. Un modo de vida, una pasión, algo que nos implica completamente.  

 

Actualmente hay muchas películas incluso de Hollywood donde se baila tango ¿qué opinión tienen al respecto?

No tenemos una opinión general sobre eso. Depende de la película. “La lección de tango”, de Sally Potter, por ejemplo, es muy buena. A otras les cabe el comentario que hicimos sobre los estereotipos. No nos representan.

 

¿Hay milongas auténticas en Buenos Aires o más bien son turísticas? ¿Pueden recomendar alguna?

Sí, claro. El Beso, Lujos y Susana Molina, también Canning, La viruta, El Rodríguez, Obelisco, Lo de Celia, La Nacional y tantas otras. Los turistas informados las conocen y las frecuentan, ahorrándose los espectáculos for export.

 

¿Sabían que en Finlandia el tango es una música casi nacional? ¿Qué les parece el tango finlandés?

Sí, sabíamos. Sabemos que es muy popular, que el amor que tienen por el tango es muy auténtico y su búsqueda es sincera. Hablando de cine, lo hemos visto en las películas, por ejemplo las de Kaurismäki.

 

Marcelo: bailé con varias milongueras finlandesas.

 

¿Hasta qué edad se puede bailar tango?

El tango se puede bailar hasta la muerte. Hay historias muy conmovedoras sobre eso. Actualmente hay en las pistas bailarines de  más de 90 años, como Roberto Segarra que tiene 97 y como Blanquita, que tiene 93.

 

¿Bailamos un tanguito? ¿Acá o en Finlandia?

Con mucho gusto, en los dos lugares. ¿Cuándo vamos?

 

Paulina Spinoso y su esposo Alberto Dessieu bailando un vals tanguero en Nueva York

https://www.youtube.com/watch?v=3j20JYZI2mg

 

Para tomar clases contactarse con el siguiente mail: paulispinoso@gmail.com

o con la Revista Fennia.

Agradecemos a Paulina Spinoso y Marcelo Martínez por la entrevista.

Por admin