Se puede decir que los inmigrantes, en cierto sentido, tienen algo de heroico, pues el héroe mítico también se va de su tierra para emprender un viaje. En su recorrido se encuentra con algo nuevo. Emprende una aventura durante la cual llega a conocer cosas muy diferentes, que pueden llevarlo a situaciones extremas, hasta asomarlo al abismo.
Esta experiencia lo transforma de tal manera que ya no es la misma persona que partió. Sin embargo desea volver. Es importante que pueda volver. Trae lo nuevo consigo, pues él ya no es el mismo y, al volver, modifica su entorno con lo que aprendió en su viaje.
Si no vuelve, se queda con lo nuevo y con lo viejo. Se produce así un cambio interesante, que abre un espacio a la síntesis cultural.
El héroe es un héroe ante todo por lo que hace, porque realiza actos heroicos u otras hazañas extraordinarias, fuera de lo común. Sale de su condición humana y se conecta con fuerzas superiores para lograr sus propósitos. Como hijo de Penía y Poros -un hombre y un dios según el pensamiento griego- el hombre anhela superarse a sí mismo.
El héroe de antes era un guerrero: salía a la batalla y vencía al enemigo. Vencía, no sólo al otro guerrero, sino muchas veces también a los dragones, los gigantes y otros representantes de las fuerzas oscuras. Hay varios héroes en la mitología universal, que han vencido a la misma muerte y han podido regresar del país de los muertos donde “bajaron muchos hombres, pero muy pocos han regresado”, según se dice en El Kalevala, poema mítico finlandés. Así fue el caso del héroe Lemminkäinen, quien pudo regresar.
En verdad, la palabra héroe, que en finés es sankari viene del sueco antiguo sangare, que significa cantor, poeta. Los héroes míticos del Kalevala, más que guerreros, eran poetas, sabios y conocedores del origen de las cosas. Väinämöinen, por ejemplo, venció a Joukahainen con su magia. Lo importante era la palabra, no la espada.
¿Existen héroes hoy en día o, han pasado al olvido con los viejos mitos?
Hay tantos mitos como héroes, pues los mismos aparecen en nuestra vida cotidiana. Superman o el Hombre Araña por ejemplo, incansablemente salvan a seres inocentes, que están en manos de malvados.
El hombre es creador de mitos y los héroes forman parte intrínseca de nuestra condición humana. Tal vez los héroes concretos de todos los días, los trabajadores, empresarios, maestros, deportistas, gobernantes, en fin, todos nosotros en general, podamos aprender del “camino del héroe”. Este camino que han comenzado nuestros padres y abuelos y que nosotros debemos continuar, buscando nuestra propia superación, luchando no sólo con el trabajo material, sino también con la palabra: se vence porque se convence.
Tuula Lindström
(Recuperado de Revista Fennia Nº 2, año 1996)